viernes, 20 de junio de 2008

PIPPA BACCA EN EL BOSQUECITO DE BAMBI

"Quiero demostrar que cuando uno confía en los demás recibe sólo cosas buenas"
- Guiseppina Pasqualino di Marineo, alias Pippa Bacca (1975-2008)


En abril pasado la artista de performance italiana Pippa Bacca, llevó a cabo una idea que venía madurando desde hacía algunos meses con su amiga, la también artista Silvia Moro.

El proyecto se llamó Brides on Tour y la idea era que ambas recorrieran algunos de los lugares más peligrosos de Europa y el Medio Oriente vestidas de novia y viajando en “autostop”, o como diríamos en México, “de aventón”.

La artista, entusiasmada, explicaba que el vestido de novia era una metáfora, pues estaba convencida de que te podías “casar” con el otro, compartir, conocerse y derribar los prejuicios. Cuando pones tu seguridad en manos de otro – dijo antes de partir - estás demostrando una confianza máxima. Y la mujer, después de todo, es la fuente de vida, de sensatez, de equilibrio… la reacción de la gente será de bondad, de interés, de reflexión.

Esa era la esencia misma del proyecto.

Las artistas decidieron salir de Milán en 8 de marzo, día en que se conmemora el Día de la Mujer Trabajadora. Su paso por Italia, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Bulgaria, Grecia, Turquía, Siria, Líbano e Israel podía ser consultado en un blog que aún existe en la red, donde puntualmente sus amigos y público en general podrían seguirlas en su recorrido.

Las dos amigas llegaron juntas a Estambul, pero decidieron separarse, tomar rutas distintas y encontrarse una vez más en Beirut, a mediados de abril.

Pero Pippa Bacca no llegó a la cita.

El día once de ese mismo mes, a las afueras de un pueblo turco cerca de la frontera siria, un hombre con antecedentes penales la invitó a subir a su auto, se desvió a un camino secundario y la violó. Posteriormente la estranguló con el velo de su vestido blanco.

El cuerpo fue encontrado cinco días después, desnudo y enterrado en una tumba al ras de la tierra.

La conmoción en Italia no fue tan fuerte como lo fue en Turquía: este país espera con ansia su admisión a la Comunidad Europea.

El asesinato de una mujer occidental a manos de un turco conmocionó a los turcos de manera distinta. Unos, al comprender que era un golpe a las aspiraciones proeuropeas turcas, mostraron demasiado públicamente su repudio. Para otros, la realidad les mostró el rostro verdadero del país: oculto tras la cosmopolita fachada de Estambul, Turquía sigue cobijando una faz machista, violenta e intolerante. Es un país afectado por la dicotomía entre este y oeste, esa que ya sentenciaba proféticamente Rudyard Kipling: “Oriente es Oriente, Occidente es Occidente; y jamás habrán de juntarse”.

Por las razones que fueran, los turcos mostraron mayor rechazo a la violencia ejercida contra la artista, cuya muerte fue opacada en Italia pues allá los medios de comunicación estaban ocupados entonces por el retorno al poder de ese Mussolini de bolsillo que es Silvio Berlusconi.

Cuando leí la noticia me llamó la atención el fenómeno suicida que se da tanto entre los occidentales: ese de creer que el mundo es bueno, que debe seguir los valores occidentales por obligación o por ingenuidad.

Yo todavía no se quién mató a Pippa Bacca. No se si lo hizo un turco “demente”, o si lo hizo una sociedad que la hizo creer estúpidamente, como dijo salitrosamente Pérez Reverte, que solo se necesita un vestido de novia para convertir al mundo en el bosquecito de Bambi.

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