martes, 17 de junio de 2008

ARQUITECTURA CHINA Y CUENTOS CHINOS...

"Disculpe Usted, yo no sé hacer bromas con la arquitectura..."
- Dr Arq Joaquín Lorda

La Arquitectura es la más reaccionaria de las artes. Está alineada con los regímenes y con los poderosos. Esto decía Georges Bataille, sin darse por enterado de esa otra sentencia que emitiera Octavio Paz: "La Arquitectura es el testigo insobornable de la Historia".

Es cierto: la arquitectura - la última arquitectura y la más publicitada - tiene cada vez menos que ver con aquella sentencia de Norman Foster: La Arquitectura es sobre la gente y sus problemas.


En China, con motivo de los Juegos Olímpicos de Pekín, desde hace un lustro se abrieron las chequeras para venderle al resto del planeta la idea de que los represores, en el fondo, son esencialmente buenos. La paráfrasis obligada es de Ana Frank.

Y así, el mundo no se decide qué lado ver de China. Si es un régimen represivo con el que conviene estar de acuerdo, vivir la fiesta globalizadora de los juegos olímpicos - donde los juegos ya son lo de menos y los mensajes políticos son lo de más - y hacer como que no pasa nada; o de plano pasar por alta tanta maravilla y cuestionar, abiertamente, la carencia de derechos civiles de sus ciudadanos y los daños graves al medio ambiente que ese país hace cotidianamente, bajo un manto total de censura informativa.

Y como las imágenes valen más que mil palabras, los mandatarios chinos han conseguido que algunas de las firmas más importantes de arquitectura, especialmente de Europa, diseñen proyectos increíbles, apantalladores, costosísimos, novedosos... esos que no sobreviven a la moda de una década, y que en poco más de eso son derribados para ergir otros elefantes deslumbradores, si es que en ese tiempo todavía existe alguien a quién les interese deslumbrar.

La nueva arquitectura china - a final de cuentas es china porque está siendo diseñada ahí, aunque los edificios no guarden respeto por el entorno, ni tengan mucho que ver con alguna tradición artística local y aunque los únicos chinos en esos proyectos sean los que empujan las carretillas - hecha por occidentales es de ese tipo de obras que no son funcionales ni económicas, y, atención, existen para cualquier arquitecto cuatro factores que se deben tomar en cuenta a la hora de diseñar: economía, estabilidad, belleza y funcionalidad, las famosas estilitas, firmitas, venustas de Vitrubio.

Pueden ser proyectos escandalosos y llamativos, pero que un gobierno con asignaturas pendientes en muchos otros rubros destine tantos recursos a obras que se llevaran a cabo para apantallar a los visitantes, es un gobierno que no ha dejado atrás su pasado represivo y violento.

Claro, a este respecto y ante el business, cualquiera tiende a ser olvidadizo y dejarse llevar por la imagen, por la publicidad del Star System arquitectónico, que ante este tipo de encargos, reaccionan como los pasajeros de primera a bordo del Titanic: exigen que en los botes salvavidas se respete el privilegio de la Primera Clase, y el resto poco importa.

Esto viene a cuento porque falta poco para los olímpicos de Pekín. Pronto la televisión oficial china, la CCTV, que tendrá el monopolio de las imágenes en todos los eventos deportivos, nos mostrará un país feliz donde todos reman para el mismo lado. Y la arquitectura será cómplice de esto, irremediablemente, dándole la razón al viejo Bataille y a don Octavio Paz.


En lo personal, mi imagen favorita de esa China que todavía existe es ésta, la del "hombre del tanque", tomada por Charlie Cole durante la crisis de Tianamen, en 1989.

En Italia, un poeta tituló a esta fotografía "El desfile de un hombre solitario hacia la Ciudad Prohibida". La revista TIME llamó a ese personaje, "El Rebelde Desconocido", incluyéndolo en la lista de las cien personalidades más influyentes del Siglo XX, nada más y nada menos que al lado de Mohandas Ghandi, Franklin D Roosevelt y Juan Pablo II.

Ese verano de 1989, un millón de chinos protestaron contra su gobierno, que básicamente es el mismo que ahora levanta edifcios de alta tecnología en Pekín, mientras en otras áreas del país construye escuelas y hospitales con un nivel de calidad ínfimo, como las que aplastaron a cientos de niños chinos el mes de abril pasado, durante un terremoto de medianas proporciones.

El Rebelde Desconocido detuvo por noventa minutos una columna de diecisiete tanques, simplemente colocándose frente a ellos, sin otra arma que la compra que acababa de hacer en el súper una hora antes: "¿Qué no ha habido suficientes muertes? Deberían marcharse. Mi ciudad está en caos por culpa de Ustedes ". Nadie supo qué fue de él: poco después se desató la masacre que costaría la vida a muchos de los protestantes. Tal vez lleve una existencia común y corriente en algún lado, o tal vez haya muerto ese mismo día. Nadie lo sabe.

Si estuviera vivo - y espero que lo esté - me gustaría preguntarle qué piensa del proyecto de Herzog y Meuron para el estadio olímpico, que es una poetización cándida del nido de un pájaro; o de la imponente torre de CCTV de Rem Koolhaas; o del proyecto de los autralianos de PTW para la alberca olímpica, que seguramente está inspirado en la casa de Bob Esponja.

Me gustaría, digo, porque a final de cuentas, si es cierto que la arquitectura es el testigo insobornable de la historia, parece que alguien ya le llegó al precio.

06/16/2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pépe, me gusta, como siempre lo que escribes, ahora no encuentro a tu querido Reverté en este y me da gusto, pues es solamente tuyo sin compartirlo con el susodicho y el a su vez con Sabina... He venido haciendo el mismo razonamiento desde el verano, y traté de entender el cinismo de Foster y de Rem (Koolhas) y de los Australianos, y de todos... y radical como soy, decidí no ver los Juegos, opinar de la arquitectura china en cuanta cena y reunión se pudiera, y yendo aún mas a lo práctico no comprar productos del asiático país, lo cual se viene haciendo cada vez mas difícil.